Algo está cambiando poco a poco en la sociedad y es que parece que últimamente nos centramos más en las experiencias que en las cosas materiales. Regalamos
masajes, viajes, escapadas, aventuras, descargas de adrenalina con algún deporte, en definitiva, momentos que nos hagan SENTIR.
Resulta paradójico que en la sociedad del consumo, del avance continuo tecnológicamente hablando, las prisas, la rutina, el producir, de repente nos veamos faltos de experiencias, pero de experiencias de verdad, de esas que siempre
recuerdas por lo que te hicieron sentir, puede que las recuerdes vagamente pero eres capaz de evocar esos sentimientos en cualquier momento.
Pueden ser momentos para enmarcar con los amigos, con la familia, pequeños o grandes avances en nuestros proyectos, el nacimiento de un hijo, un libro que nos marcó, el instante en el que conocimos a esa persona que se cruzó
para enseñarnos algo o para cambiar nuestra vida…
Y es que al final, lo que nos queda es como
nos hizo sentir aquella experiencia pero para tenerlas hay que buscarlas. Cuando las buscas, aparecen, algunas vienen incluso solas, sin pedirlas, y te encuentras disfrutando de la escena, de esa escena que te devuelve el brillo a los ojos o que te hace liberarte
de una pesada carga. Y si estás en movimiento, acaban sucediendo, acaban viniendo a ti, solo tienes que estar dispuesto y abierto a lo que te hagan sentir.
Vive las experiencias de la vida, con intensidad, saboreando esos instantes, parando el tiempo en ellos, estando en el momento presente plenamente. No te olvides de que el ser humano nace, vive y muere sintiendo, y si no sientes es que
no estás realmente vivo. Siéntete vivo…